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12/1/2024
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Los juiciosos parámetros de la pintura moderna por Bernardo Palomo para Diario de Cádiz
José Carlos Naranjo es de los jóvenes artistas andaluces con mejor y más claro perfil. Ha sido durante mucho tiempo un pintor considerado como emergente -palabra que de tanto usarla ha perdido mucho de su poder- en este caso lo fue y con mucha verdad. Ha tenido los reconocimientos y los premios de mayor significación de cuantos existen en España -citemos en este sentido, por poner un solo ejemplo, la obtención del Premio BMW de pintura en 2013-. Su obra está presente en significativas colecciones y ha sido residente en muy buenas estancias, avaladas por instituciones patrocinadores de becas más que sugestivas.
Por todo ello, el joven nacido en Villamartín ha dejado de ser una promesa bien argumentada para convertirse en toda una realidad consolidada y afianzada. De esto, por conocerlo y seguirlo desde hace tiempo, no tengo la menor duda. Es pintor de buenísima mano, de técnica poderosa capaz de todo; de firmeza plástica y de contundente manifestación formal; es, por tanto, pintor pintor, no creador de ideas sin correlación alguna con una verdadera materialización pictórica, eso que tanto gusta en ciertos ambientes donde lo artístico está planteado como espurios postulados conceptuales ausentes de toda forma plástica.
Esta exposición es su quinta comparecencia en la galería de la calle Alcázares de Sevilla. En todas ellas hemos visto a un pintor serio, sin brindis al sol; un artista consciente de lo que hacía, de cómo lo hacía y por qué lo hacía. Nunca hemos apreciado absolutamente nada ficticio en su trabajo, ni ademanes encaminados a una convicción fácil; su pintura siempre ha sido segura, sin fisuras, sabiendo afrontar la obra de forma lúcida y serena, con la dimensión exacta del pintor sabedor de lo que quería y de cómo llevarlo a la práctica. Su obra no se ha encasillado en los segmentos privilegiados del que, desde muy pronto, ha obtenido un unánime beneplácito; todo lo contrario, ha sabido quemar etapas y dar pasos poderosos y seguros en una evolución que ha sido lógica y muy acertada.
La exposición nos conduce por ese planteamiento de pintor total que es José Carlos Naranjo. Porque él no se sitúa en un sólido estamento representativo, ni su pintura recrea la ilustración concreta de lo real; tampoco manifiesta las argumentaciones reduccionistas del abstracto; ni siquiera acude a los efectos evocadores de lo que sólo mínimamente se quiere plantear. Es eso e infinitamente más. Por su obra transcurre un universo de imágenes que son posibles e imposibles, cercanas y lejanas, previsibles por su claro efecto representativo y recurrentes de un estado distópico y a contracorriente. Existe como un imperioso deseo de velar lo real o de mostrar los gestos de lo no concreto. En ese ambiguo estadio donde todo es susceptible de manifestarse en torno a la fuerza impactante de la imagen, se desarrolla la obra de un artista que juega incondicionalmente con la forma, que la hace retornar a su primaria función representativa pero mostrando episodios mediatos. Sus personajes aparecen en actitudes complejas, dejando al margen la correlación lineal de una idea como habitualmente se representa. Por eso, hay figuras de espaldas, anónimas, ajenas a lo real y con un grado notable de ambigüedad o figuras encaramadas a un tejado en posiciones difíciles. Porque la pintura de José Carlos Naranjo no presenta una absoluta linealidad con la realidad. Ésta queda supeditada a una intencionalidad plástica que emborrona lo real para darle una dimensión diferente. En otro orden de cosas, al artista gaditano, los encuadres de lo concreto son sólo elementos artísticos, piezas de un rompecabezas donde cada estructura está sometida al juego voluble de lo imposible. Así todo queda tras una maraña que distorsiona la pura esencia representada.
En ‘El pie lejos del freno’, José Carlos Naranjo no nos ofrece una muestra recopilatoria de su discurrir pictórico pero, sí se ve una realidad nueva con muchos elementos extraídos de sus anteriores series. Lo más figurativo se da la mano con posiciones meramente abstractas, lo simbólico guiña el ojo a planteamientos reales; lo enigmático abre sus jugosas posiciones y encuentra caminos que dejan de ser sorprendentes para convertirse en meros sujetos de referencias. Pero en la obra de José Carlos Naranjo, infinitamente más madura, los grandes esquemas que siempre han estado presentes en su obra se acentúan, se yuxtaponen y hasta interactúan. Así la figura sigue mostrando sus particulares desarrollos, planteando esas circunstancias tan ajenas al escenario donde aparecen. Sus actitudes traspasan el medio y se alejan de los vericuetos de lo real; sus espacios se ven magnificados en su propio sentido representativo; los episodios cercanos a lo abstracto agrandan sus encuadres coloristas y asumen nuevos desenlaces; las matizaciones reduccionistas que tanto brillaron en su etapa londinense marcan nuevas situaciones y, así, todo un maravilloso compendio de intenciones encaminadas a conseguir una pintura total, seria, rigurosa y en abierta expansión.
De nuevo José Carlos Naranjo expone en Birimbao; su obra se encuentra en esa joven madurez que ha ido conquistando espacios artísticos. Una avanzadilla creativa feliz que anuncia los estamentos justos de una evolución sensata. Como no podía ser menos en un artista que es joven pero ya con los parámetros asentados de la buena experiencia artística.
Publicado en Diario de Cádiz el 26 de Noviembre de 2023
https://www.diariodecadiz.es/ocio/juiciosos-parametros-pintura-moderna-arte-jose-ramon-naranjo_0_1850515608.html